EL SALADAR DE AGUA AMARGA CASTIGADO SIN AGUA

Saladar de Agua Amarga el 8 de agosto (M.A. Pavón)

El pasado día 8 de agosto, pese a que sólo dos charcas del Saladar de Agua Amarga presentaban una lámina de agua muy poco profunda, pude disfrutar de una interesante diversidad de especies de aves acuáticas y limícolas. Desde ardeidas, como 1 garza real (Ardea cinerea) y 2 garcetas comunes (Egretta garzetta), hasta anátidas como 1 joven de tarro blanco (Tadorna tadorna) y 2 azulones (Anas platyrhynchos). La especie más abundante, sin duda la cigüeñuela (Himantopus himantopus), con hasta 35 ejemplares, que este año ha vuelto a nidificar en el Saladar, al igual que el chorlitejo patinegro (Charadrius alexandrinus), especie de la que sólo pude observar 3 ejemplares.

Otros 3 chorlitejos chicos (Charadrius dubius) y un bonito grupo migrante de 11 correlimos zarapitines (Calidris ferruginea) acompañado por 1 correlimos común (Calidris alpina) completaron las observaciones de aves limícolas. Y por último me quedan por citar las gaviotas, charranes y pagazas: 13 gaviotas reidoras (Chroicocephalus ridibundus), 12 gaviotas de Audouin (Larus audouinii), 1 gaviota patiamarilla (Larus michahellis), 7 charranes patinegros (Sterna sandvicensis) y 2 pagazas piconegras (Gelochelidon nilotica). Hasta 14 especies diferentes en este humedal el pasado día 8, que este sábado 29 de agosto a mediodía presentaba todas sus charcas completamente secas y sin ningún ave al dejarse de introducir agua por la Mancomunidad de Canales del Taibilla, entidad de la que depende la red de suministro de agua al Saladar que se estableció como medida correctora de la desecación que produce la actividad de las desaladoras de Agua Amarga.

Saladar Agua Amarga el 29 de agosto (M. A. Pavón)

Una desecación que seguramente tiene mucho que ver con la proliferación descontrolada de especies vegetales exóticas como el gandul Nicotiana glauca sobre el propio Saladar en el sector más próximo a la desaladora. Pese a todas las amenazas que se ciernen sobre el Saladar, este humedal nos muestra una y otra vez su capacidad para albergar vida si se le garantizan unos mínimos niveles de agua que quizá las lluvias de final de verano y del próximo otoño puedan recuperar.

Texto y fotografías de Miguel Ángel Pavón
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