El pasado 4 de octubre observé dos moritos anillados en un bando de varias decenas de ellos en un campo regado en la huerta de Catral. Anoté los códigos de las anillas, aunque no llegué a meterlas en la base de datos de la Estación Biológica de Doñana. El pasado 24 de noviembre observe otro morito anillado en un campo regado de la huerta de Dolores. Acordándome de que tenía pendiente el envío de un par de anillas, me dispuse a ello comprobando que éste era uno de los observados en octubre y que además se trataba de un ejemplar anillado en el noreste de Argelia en 2017 y observado, precisamente en Catral por Jacobo Ramos y yo en noviembre de 2020. Entre los moritos anillados se encontraba uno marcado con una anilla amarilla y un código numérico, esquema de anillamiento que concordaba con el utilizado en Rumania. Aunque una vez enviada la observación del ave nos respondieron que el número de la anilla no correspondía con los utilizados por ellos, por lo que debía tratarse de un programa de anillamiento no registrado en cr-birding.
El otro ejemplar anillado se trataba de un ave marcada en el Lucio de la FAO en Doñana en 2018, durante años la principal colonia reproductora de morito en la Península Ibérica que ha llegado a acoger miles de parejas reproductoras y origen de la recuperación de la especie en nuestro país. Lamentablemente esta última temporada reproductora apenas nidificaron allí unas pocas decenas de parejas, debido al deterioro ambiental de las marismas del Guadalquivir, producido por el saqueo de los acuíferos de este gran humedal.