Durante el mes de febrero ya se comienza a detectar un paulatino aumento del escaso número de ejemplares de gaviotas de Audouin que se quedan a pasar el invierno en la costa sudalicantina, con la llegada de los ejemplares provenientes de las áreas de invernada en la costa noroccidental de África.
Algunas de estas audouines se quedarán a criar en la colonia de las salinas de Torrevieja y otras continuaran camino hasta los diferentes enclaves reproductores del Mediterráneo occidental.
La gaviota de Audouin ha sido una de las especies de aves en las que se ha utilizado de forma masiva el marcaje con anillas de lectura a distancia, realizándose durante años un extraordinario esfuerzo para obtener información sobre la biología de la especie que sirviera para adoptar medidas para asegurar su conservación.
Los esfuerzos han dado sus frutos y hoy día la gaviota de Audouin, pese a tener problemas de conservación, comunes a otras especies de aves marinas, está lejos de la precaria situación en que se encontraba hace años. Debido a ello los programas de anillamiento han ido decayendo, aunque todavía se siguen encontrando bastantes ejemplares anillados, algunos de ellos de hace unos cuantos años.
Durante el pasado mes de febrero he tenido la oportunidad de leer algunas anillas de gaviota de Audouin, entre las que se encontraban autenticas veteranas. Las más longevas han sido dos ejemplares anillados en 1993, UOL en la isla Grossa y S00 en el delta del Ebro. Curiosamente de UOL no había avistamientos en estos casi treinta años transcurridos, seguramente debido a que la anilla era difícilmente legible porque había saltado parte del color blanco. En el caso de S00, si había algunas observaciones, un total de 7, la primera en 1999 en Marruecos, en mayo de 2003 y 2005 en el delta del Ebro, en 2010 en Portman, observación realizada por el ornitólogo británico Richard Howard y dos observaciones, realizadas por mí en las salinas de Torrevieja en abril y junio de 2012.
Aves que sorprendentemente han logrado sortear los peligros de su vida en el mar y que durante años han contribuido de forma decisiva a consolidar la supervivencia de su especie, tan en peligro cuando ellas nacieron hace ya casi tres décadas.
Texto y fotografías
Sergio Arroyo Morcillo