Nueva edición de las salidas santapoleras de marinas el 29 de abril de 2015, con algo de sueño por el cambio de hora, que se pasa rápido gracias a que llevamos en el cuerpo toda la ilusión del mundo.
Después de la odisea de recoger el pescado el sábado en el Mercado Central(me lo cerraron y no quedaban carros así que me tocó cargar las cajas a mano…), nos presentamos tempranito en Santa Pola y Elías y Miguel Ángel me ayudan a trasladar los bártulos.
Sergio, Krys y yo nos ponemos a cocinar el chum, mientras algunos otros cortan la inmensidad de pan duro que había.
Ya listos salimos de puerto y Jana no tardó en usar sus superpoderes para localizar delfines saltando, lo cual , además de muy contentos, nos dejó con la sensación de que ya sólo por eso la salida había merecido la pena. Pero es que Alex a continuación vio un fugaz pez luna, que no hubo manera de relocalizar.
Ya en los alrededores de los criaderos de pescado, vemos algo de migración (ya habíamos visto llegar una golondrina al zarpar) con alondras, lagunero, petirrojos, archibebe común… además de unos vuelvepiedras que utilizan los jaulones como comederos improvisados.
Daniel ocupa mi puesto lanzando pescado ,pero la pereza suma de las gaviotas (adouines, patiamarillas, sombrías y cabecinegras) nos deja un poco con la sensación de que los bichos ya han comido y que, el resto del día, aquello va a ser un paseo romántico por la costa pero poco más. Desesperante ver como una horda de charranes patinegros sale en vuelo desde los criaderos y termina por ignorar nuestro pescado.
Así que decidimos partir hacia los alrededores de Tabarca.
Jana coge el lanzador de chum mientras yo tiro algo de aceite de sardina para dejar rastro sin saber lo que se avecinaba.
Primera encendida de motores y vemos que las gaviotas saltan sobre el rebufo del barco ¿¿¿¿????
-Espera Cesar! Ve un poco más lento!
Desaparece el rebufo y los bichos se dispersan…
-Cesar, ¿puedes ir un pelín más rápido para agitar más el agua? Parece que a los bichos les mola…
Y así comenzó todo.
Primero dos, luego tres, luego 6 gaviotas de adouin se iban sumando a nuestra estela mientras Jana lanzaba bien alto el chum para que se viera bien desde lejos, hasta que el séquito era espectacular.
(Una de ellas por cierto, anillada BF30 por Sergio en 2010 en Torrevieja y que nos visitó después de varias vueltas por Málaga y Cartagena según pudimos saber después al comunicar la anilla).
Las parejas de charranes comunes también hicieron su aparición, anunciándonos ya su próxima llegada a sus lugares de cría en la costa de Santa Pola.
Fue entonces cuando todas las gaviotas, sin razón aparente, se alzaron como un plato anunciando que algo estaba ocurriendo.
-Mirad bieeeeen! gritó Jana avisando que algún bicho gordo podía estar llegando.
Y justo entonces un precioso págalo grande manchado de blanco en la cabeza entró en escena a lo bestia para robar pescado. El barco fue una fiesta de sonidos de obturador de cámara.
En una de esas fotos se aprecia que además IBA ANILLADO!!!!!, pero en todo el resto la anilla metálica queda oculta entre el plumaje, y la de lectura a distancia parece no estar….así que no podemos saber su procedencia.
Este mismo bicho hizo varias apariciones posteriormente, demostrando que , aunque parezca que desaparecen, siempre vigilan desde la distancia para volver cuando les apetece.
Casi al mismo tiempo, las pardelas baleares cruzaban una y otra vez la estela del barco sin pararse demasiado, aunque un par de balsas de ellas se dejaron ver bastante bien (conté unas 40 pardelas en la foto a la primera balsa).
Una de ellas, por cierto, bastante blanquita como para ser ligera candidata a Pardela mediterránea (Puffinus yelkouan)
Y cómo no, los alcatraces atlánticos de distintas edades también hicieron su aparición regalándonos algún picado entre las gaviotas.
Según llegamos a Tabarca, las patiamarillas iban sustituyendo gradualmente a las adouines, teniendo finalmente un grupo tras la embarcación que en ocasiones llegaba a impresionar, además de nuevas balsas de pardelas que descansaban tranquilamente.
Fue entonces cuando Óscar tomó el mando del lanzador e hizo aparecer un segundo págalo grande (este sin tanto blanco en la cabeza y con algunas plumas del ala que le faltaban) que volvió a poner firmes a todas las asistentes.
Lanzamos el bloque congelado de chum, pero no pareció tener demasiado éxito, ya que no terminó de concentrar a los bichos que seguían pareciendo estar más atraídos por el movimiento del agua detrás de nosotros. Sólo algunos cormoranes moñudos se acercaron a curiosear….
Una vez terminado todo el pescado, y con las retinas bien llenas de bichos, nos volvemos charlando animadamente hasta Santa Pola los 28 marineros pajareros (y una alondra-bisbiteña…)
Un final genial , para resumir el buen ambiente que se vivió en el barco y los buenos ratos que nos hicieron pasar, como siempre, las aves.
Miguel Ángel Andrés