El pasado sábado hicimos la salida correspondiente al mes de noviembre, visitamos la sierra de Aitana para disfrutar de los colores otoñales de los escasos árboles caducifolios que quedan por nuestras sierras, uno de los escasos reductos para estas especies. Iniciamos la ruta en la font de Partagat, donde dejamos los coches, con un poco de retraso por varias confusiones que sufrimos. Puestos en camino subimos por la senda entre espinos albares y escaramujos plagados de frutos, prestando atención a los pajarillos que nos salían al paso y al cielo para detectar alguna rapaz, en ese primer tramo tan solo pudimos observar pinzones vulgares, algunos carboneros comunes y garrapinos y poco más, los buscados mirlos capiblancos parece que se hacían de rogar.
No fue hasta que llegamos a la font de Forata cuando vimos los primeros capiblancos, un buen grupo de más de una docena, junto a la fuente picoteando insectos en la tierra levantada por las hozadas de jabalíes, aguantaron bastante mientras el grueso del grupo estaba mirando el pozo de nieve que se encuentra un poco más abajo. En esta zona ya aparecían los arces, guillomos y fresnos de flor que con sus notas de color manchaban los grises canchales que bajan por la falda de la montaña.
Según ascendíamos hacia el pas de la Rabossa los capiblancos bastante esquivos seguían subiendo agrupándose más ejemplares hacia los cortados de esa parte de la sierra. Un poco más arriba del cruce con el camino de la font del Arbre hicimos una parada para disfrutar de los más de 30 capiblancos que basculaban entre las paredes de la sierra y los arboles más pegados a ésta, entre los que pudimos ver 2 zorzales alirrojos. Las últimas noticias sobre la presencia de treparriscos en el cabeço d’Or y en el penyal d’Ifach, nos motivaron para repasar cantiles y rocas, infructuosamente.
Una vez cruzado el pas de la Rabossa, junto a las simas de Partagat, paramos a comer, ya que entre el retraso en el inicio de la marcha y la abstracción ejercida por los capiblancos, se nos había echado el tiempo encima. Disfrutamos del reparador almuerzo con magníficas vistas de Ibiza y toda la costa alicantina hasta La Manga, con las didácticas explicaciones de Manolo Grau sobre el origen de este curioso fenómeno geológico.
Recorriendo el tramo que todavía nos quedaba, por el alto de la Tagarina, llegamos al atardecer al punto de partida, la font de Partagat, donde Francis, Patri y Asun metieron los pies en las frías aguas, valiente acto que fue ovacionado por el resto del grupo. Así despedimos una jornada otoñal en una de las más bellas sierras del interior alicantino.