El pasado 23 de agosto observé en El Hondo una aguja colinegra con anilla de PVC que en principio no concordaba con ninguno de los programas de anillamiento de la especie publicados en cr-birding. Solamente compartía una anilla con una E, con el esquema de anillamiento de la población reproductora de Gran Bretaña.
Aprovechando el envío de las observaciones de la aguja OB-OL que ha sido observada varios años en las salinas del Pinet durante la migración y que este año ha permanecido allí al menos entre el 2 de agosto y el 10 de septiembre, consulté si esta aguja provenía de su programa de anillamiento. Al parecer era una de ellas, marcada como pollo en 2018, aunque no había vuelto a ser observada desde que abandonó la zona de reproducción en esas fechas. Además, Crhis Batey investigador de la RSPB asociado al proyecto Godwit, nos informaba que esta primavera habían logrado recuperar el geolocalizador que OB-OL portaba en su pata derecha junto a las anillas, seguro que habrán obtenido interesantes informaciones sobre sus movimientos migratorios.
La población reproductora británica de aguja colinegra en la actualidad apenas supera el medio centenar de parejas, localizadas principalmente en Nene and Ouse Washes, humedales situados en la costa este de Inglaterra, aunque también nidifican unas pocas parejas de la subespecie islandica en Orkney y Shetland. Desde 2017 la RSPB y la WWT lideran un proyecto Life para la recuperación de la población reproductora de la especie, cuyos principales amenazas son las inundaciones primaverales de las áreas de nidificación y la predación de pollos y huevos. Entre las acciones contenidas en el proyecto figura la extracción de huevos para su incubación y cría controlada para la posterior liberación de las jóvenes agujas. Además se han instalado vallas para dificultar el acceso de depredadores terrestres a las zonas de nidificación, se han remodelado y ensanchado canales de drenaje e instalado dos bombas para minimizar las subidas de nivel de agua.
Los resultados del proyecto están siendo positivos con un aumento del 39% de las parejas reproductoras, pasando de las 38 parejas que nidificaron en 2017 a las 53 que lo hicieron en 2021.
Un atractivo e interesante proyecto de conservación que nos despierta una sana envidia.
Texto: Sergio Arroyo Morcillo