
Llegan las fechas en las que las decenas de miles de grullas que invernan en la península Ibérica ( 209.011 en el censo nacional de enero) vuelven a sus áreas de nidificación en el norte de Europa. Una espectacular migración de grandes bandos con sus característicos trompeteos que pueden llegar a reunir varios cientos de aves que no deja impasible a ningún amante de la naturaleza. En el sur de Alicante nos tenemos que conformar con los pocos ejemplares que recalan en el entorno agrícola de El Hondo. Este año con un máximo de 16 ex.
En estos últimos días se habían estado observando 2 ejemplares que frecuentaban la huerta de Dolores, daba ya por sentado que serían los últimos ejemplares de la temporada, cuando el pasado viernes día 7 de marzo, mientras estaba oteando los cielos en la zona de la Puerta Sur de El Hondo en busca de alguna de nuestras queridas águilas moteadas, escuché el sugerente trompeteo de varias grullas hacia el sur, buscando por el horizonte vi que volaban dos ejemplares pero el sonido delataba que era un grupo más numeroso, al final logré detectar un bando de 10 grullas que cicleaba bien alto a la vez que reclamaba y que las dos grullas que volaban bajo se encumbraban rápidamente hacia el grupo que las alentaba con sus trompeteos.
En breve ambas grullas se unieron al grupo y continuaron cicleando durante unos instantes intercambiando saludos, volando a continuación hacia el norte, cruzando El Hondo y curiosamente, sobre El Hondo, 2 de las grullas se desgajan del grupo para descender hacia el humedal, mientras las migrantes grullas continúan su camino hacia el nordeste, parece que buscando el litoral, hasta que se pierden en cielo con sus lejanos trompeteos. ¿La pareja de grullas hondeñas no estaba preparada para el viaje?
Un bonito fin de temporada grullera que, pese a que el deterioro de los espacios agrarios de huerta tradicional del entorno del El Hondo aumenta progresivamente con la construcción de nuevas viviendas ilegales y el avance de la agroindustria, cada año entre noviembre y marzo seguimos disfrutando de su presencia, esperemos que durante muchos inviernos más.
Sergio Arroyo Morcillo