Las lagunas de La Mata y Torrevieja, emblemático conjunto que constituye uno de los principales espacios naturales del sur de Alicante, está indisolublemente unido desde hace siglos a la explotación salinera, importante actividad económica que está detrás de los primeros asentamientos humanos en la zona y del desarrollo de la localidad de Torrevieja.
El devenir de la historia y los avances tecnológicos han modificado profundamente los usos salineros que han repercutido en las condiciones físicas y ambientales del humedal. Así la excavación del canal del Acequión de La Mata en 1907, y la posterior conexión con la laguna de Torrevieja en 1928, supuso una importante ampliación de la lámina de agua, que llegó a superar hasta entre un 30%-40% de su superficie natural, configurando a la laguna de La Mata como una gran balsa concentradora, aunque la construcción del salmueroducto a la laguna de Torrevieja alteró de forma sustancial ese sistema salinero.
Otras modificaciones, más profundas y devastadoras, son las cíclicas mareas de hormigón, codicia y asfalto, que han degradado irremediablemente el paisaje en unas cuantas décadas y que aún hoy continúan su execrable labor ante la pasividad general. Ni la declaración como Espacio Natural Protegido ha servido para poner coto a la especulación urbanística del mal llamado Perímetro de Protección, convirtiendo ambas lagunas en espacios periurbanos sometidos a una intensa presión antrópica.
A todas aquellas personas que por una u otra causa nos sentimos vinculados con estas, todavía, magníficas lagunas y continuamos disfrutando de estas verdaderas islas de naturaleza, nos sorprende la presencia de varios pequeños menhires de piedra, clavados en las lomas del entorno del Acequión de La Mata, dotados de un cierto aspecto esotérico.
La realidad, como ocurre generalmente, es aún más fantástica, son mojones de piedra colocados a mediados del siglo XVIII, más exactamente en 1763, para delimitar la zona donde se prohibía el labrado y cultivo de tierras en el entorno de la laguna para que (sic) » las aguas lluvias se introduzcan en ellas claras y puras y no se aterre la mencionada Salina, ni se perjudique la abundancia y calidad de sales que se produce«, así reza la portada del auto del deslinde de 1763 de la llamada Real Salina de La Mata, que fue objeto de un profundo estudio histórico y geográfico sobre este histórico documento, una interesante publicación que incluía un facsímil del documento original y que ha servido de fuente documental para la redacción de esta nota.
La importancia económica de la comercialización de la sal determinó que se tomaran medidas para la protección del humedal, así en el siglo XVIII durante una época en la que se produjo una notable expansión de zonas cultivadas, se delimitó la denominada «redonda» de La Mata con 54 mojones de piedra de aproximadamente 2 varas castellanas de longitud (1’67 m) y una senda perimetral, para delimitar la cuenca vertiente en la que se prohibía el cultivo y labrado de las tierras de su interior, para evitar el aterramiento y colmatación del vaso de la laguna. Así mismo el auto establecía unas duras penas para » El que mude, quebrante, maltrate o destruya algún mojón de los cinquenta y cuatro con que está distinguido el Coto, y termino redondo, incurrirá en la pena de seis años de presidio, en uno de los cerrados de África (…)».
El celo por la conservación del humedal y evitar su aterramiento llega hasta los años 50 del pasado siglo XX, en plena dictadura franquista, cuando se acomete un plan de repoblación forestal que cubre de pinos 385 hectáreas de la cuenca vertiente de la laguna de La Mata en 1958, continuado ya en los años 70 con otras 189 Has. en La Mata y 180 Has. en la redonda de la laguna de Torrevieja, aunque la sustitución de la cubierta arbustiva autóctona por pinos y los movimientos de tierras relacionados con estos trabajos, no mitigarán precisamente la llegada de sedimentos a ambas lagunas.
En los últimos años el desembarco en el sur de Alicante de grandes empresas del sector agrícola transforman numerosas fincas, hasta ahora en manos de pequeños propietarios, llevándose por delante márgenes, muretes, caminos y linderos de los antiguos bancales, que además de limitar la llegada de sedimentos a la laguna, constituían un interesante paisaje agrario, agravando el problema de la colmatación del humedal con la masiva utilización de productos químicos, un impacto añadido de las prácticas de la agroindustria.
Los escasos mojones que todavía perduran, colocados por orden del Marques de Esquilache hace más de 250 años, quedan como mudos testigos en un mundo en el que parece que el futuro no exista, no sólo porque se presenta bastante oscuro, si no porque parece que todas las decisiones que se toman respecto al desarrollo de las actividades económicas que sostienen nuestra sociedad prescinden absolutamente de ese concepto, el futuro, y están basadas sola y exclusivamente en el aquí y ahora y el beneficio inmediato para una minoría.
Bibliografía:
- Dirección General de Patrimonio del Estado. Nueva Compañía Arrendataria de las Salinas de Torrevieja. S. A. Las Salinas de Torrevieja y La Mata. 1972. Ministerio de Hacienda.
- Galant M., Gil C., Llorens S. y R. Pérez, Real Salina de La Mata. Auto del deslinde de 1763. Estudio preliminar y edición facsímil. 2017. Universidad de Alicante. Torrevieja.
- Martínez López C., Las salinas de Torrevieja y La Mata: Un estudio histórico a través de sus recursos naturales, industriales y humanos. 1998. Instituto Municipal de Cultura Joaquín Chapaprieta Torregrosa. Torrevieja.
Texto Sergio Arroyo Morcillo