Esta tarde más de veinte personas hemos participado en la visita a las charcas de El Espigar organizada por AHSA. El Espigar es una zona húmeda situada en el Parque Natural de El Hondo que ha sido adquirida recientemente por la Asociación de Naturalistas del Sureste (ANSE) y la Sociedad Española de Ornitología (SEO) en el marco del proyecto Life cerceta pardilla. Se trata de una importante zona húmeda de este espacio protegido en la que estaba autorizada la caza de aves acuáticas, siendo un enclave estratégico para la conservación de la cerceta pardilla. El humedal se nutre del caudal del denominado azarbe de la Partición que en realidad se trata de la cola de la Acequia Mayor de Callosa, uno de los principales y más antiguos azarbes de la huerta tradicional del bajo Segura.
Pese a la brevedad de las tardes invernales hemos tenido oportunidad de disfrutar de este esplendido humedal y de la biodiversidad que acoge. Destacar la variedad de limícolas que se alimentaban en las orillas libres de vegetación de una de las charcas existentes, con varios ejemplares de cigüeñuela, avoceta, correlimos común y menudo, archibebes oscuro y común, agachadiza común, chorlitejo chico, andarríos bastardo, andarríos grande e incluso un ejemplar del más escaso correlimos de Temminck. Tras un paseo entre las charcas flanqueadas de carrizos hemos llegado a la torre de observación desde donde se tiene una magnífica panorámica tanto de los aguazales del Espigar como del de la vecina finca de La Raja, además de los carrizales y campos circundantes.
En La Raja, humedal que esta pendiente de compra por la Confederación Hidrográfica del Segura, se encontraban varios centenares de flamencos, estando un grupo de unos 150 ejemplares con sus bailes sincronizados típicos del cortejo. Un poco más allá, en los carrizales que bordean la finca del Rincón y el embalse de Poniente, aguiluchos laguneros buscaban su acomodo para pasar la noche, llegando a contar hasta 18 ejemplares volando juntos en un momento de alboroto. También garzas reales, unas pocas fochas y tarros blancos en las charcas, con bandos de moritos, alguna garceta común y bueyera que vuelan en dirección al embalse de Poniente.
Con la caída de la tarde, el sol se oculta tras la sierra de Callosa, y comenzamos a dirigirnos a la entrada de la finca entre charlas y últimas miradas con los telescopios, mientras un bonito bando de agujas colinegras nos despide de esta estupenda tarde hondeña.
Un placer recorrer un precioso humedal, aún más sabiendo que se ha recuperado de la lamentable actividad de la caza de aves acuáticas que tan nefastas consecuencias tiene para la conservación de la biodiversidad en general y para la cerceta pardilla en particular.
Texto. Sergio Arroyo Morcillo